domingo, 21 de marzo de 2010

GEORGE GERSHWIN

Jacob Gershovitz (Brooklyn, Nueva York, 26 de septiembre de 1898 - Beverly Hills, California, 11 de julio de 1937), George Gershwin, compositor estadounidense de música clásica.

Hijo de una familia de inmigrantes rusos de origen judío, su talento para la música se manifestó a temprana edad, cuando, mediante un voluntarioso aprendizaje autodidacta, aprendió a tocar el piano. Ante su entusiasmo, su padre decidió hacerle estudiar con un profesor, Charles Hambitzer, quien le descubrió el mundo sonoro de compositores como Liszt, Chopin o Debussy. Los referentes de Gershwin en aquellos primeros años fueron Irving Berlin y Jerome Kern, compositores de Broadway de la época. Su gran sueño era el de triunfar como compositor en las salas de concierto, aunque latente entonces, no tomaría forma hasta años más tarde.

Así, abandonó en 1914 sus estudios para trabajar en unos almacenes de música en los que, sentado al piano, presentaba al público las melodías de moda. Pronto se animó él mismo a componer sus primeras canciones, algunas de las cuales consiguieron cierta popularidad y, sobre todo, le valieron la oportunidad de escribir su primer musical para Broadway, La, la, Lucille. Su inmediato éxito significó el verdadero comienzo de su carrera como compositor. A éste siguieron otros títulos como Lady Be Good, Oh Kay!, Funny Face, Girl Crazy y Of Thee I Sing, que contribuyeron a cimentar su fama y a convertirlo en un personaje aún más popular que sus admirados Kern y Berlín. A partir de la década de 1920, inició también la composición de otros trabajos destinados a las salas de concierto. Fecha señalada en este sentido fue la del 12 de febrero de 1924, cuando estrenó en el Aeolian Hall de Nueva York su célebre Rhapsody in Blue. La obra, despertó cierta polémica, cosa bastante común en los estrenos de las obras de muchos compositores del siglo XX, pero en poco tiempo consiguió hacerse con un puesto en el repertorio de los mejores solistas y las más destacadas orquestas. El éxito no hizo olvidar a Gershwin sus numerosas lagunas técnicas, por lo que prosiguió sus estudios musicales con la intención de enriquecer su estilo y abordar metas más ambiciosas.

En 1925 compone su Concierto para piano en fa.

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