miércoles, 19 de mayo de 2010

SCOTT JOPLIN

Scott Joplin (Texarkana, Texas, Estados Unidos, 24 de noviembre de 1868 - Manhattan, Nueva York, Estados Unidos, 1 de abril de 1917) fue un compositor y pianista estadounidense, una de las figuras más importantes en el desarrollo del ragtime clásico, para el que deseaba un estatus similar al de la música seria proveniente de Europa y la posibilidad de admitir composiciones extensas como óperas y sinfonías.

Scott Joplin, a diferencia de otros músicos contemporáneos, tuvo una formación musical clásica muy sólida, lo que se materializó en su tendencia a obtener un equilibrio formal basándose en el uso de tonalidades muy próximas entre sí.

Sus rags se valen de distintos ritmos e incluyen, generalmente, cuatro temas de 16 compases repetidos, con introducción y modulación antes del tercer tema; tras la profusión de sonidos irregulares y arpegiados siempre se encuentra en sus rags una melodía de carácter pegadizo que sigue el clásico patrón de frase antecedente-consecuente, dividiéndose así la melodía de ocho compases en dos partes relacionadas entre sí. Por lo demás, sus rags carecen de pasajes de desarrollo.

Scott Joplin no grabó nunca audios, aunque sí algunos piano rolls a finales de 1915 o principios de 1916;su legado, por tanto, se centra casi exclusivamente en sus partituras, diseñadas "para una ejecución milimétrica y minuciosa por parte del artista

SAMUEL BARBER


JOHN PHILIP SOUSA

Muy populares a fines de la década de 1800 fueron también las bandas que interpretaban marchas. El más destacado compositor y director de banda fue John Philip Sousa (1854-1932), quien se había hecho famoso como director de la banda del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos. La música alegre y patriótica de Sousa, como su marcha "Barras y Estrellas", se conserva como una de las favoritas del público que concurre a desfiles, festivales cívicos y actos similares.

STEPHEN FOSTER

Del minstrel show surgió Stephen Foster (1826-1864), considerado el primer gran escritor de canciones de Estados Unidos. Aunque su preparación musical era mínima, Foster tenía el don de escribir sencillas e irresistibles melodías que cristalizaban los sentimientos de sus conciudadanos. Incluso hoy, casi todos se saben de memoria algunas de las canciones de Foster, por ejemplo, "Oh, Susana", cantada por cientos de mineros durante la fiebre del oro de 1849.

FRANCIS HOPKINSON

Los historiadores otorgan el honor de ser el primer compositor nacido en Estados Unidos a Francis Hopkinson de Filadelfia (1737-1791), un caudillo de la revolución y amigo cercano de George Washington, el primer presidente. Sin embargo, los expertos en música reconocen a William Billings (1746-1800) como una fuerza revolucionaria en la antigua canción. Compositor autodidacta, que nunca dejó de lamentarse por las reglas musicales, Billings escribió lo que el llamaba tonadas "amnésicas". Estas han sido juzgadas torpes y crudas, pero estaban llenas de alegría, tenían un ritmo contagioso y eran fáciles de aprender.

De todas las formas de canción y teatro populares que surgieron a principios del siglo XIX en Estados Unidos, ninguna fue tan influyente, o tan típica, como el espectáculo teatral cómico llamado minstrel show. En estas representaciones, que surgieron en la década de 1820 y desaparecieron bien entrado el siglo XX, actores blancos disfrazados se tiznaban la cara y cantaban, bailaban y contaban historias.

EDWARD MACDOWELL

Edward MacDowell, el mejor compositor de música seria del país a finales del siglo XIX, escribió que antes de Estados Unidos encontrar "un escritor de música para responder a su espíritu", necesitaba "sobre todo, tanto de parte del público como del compositor, absoluta libertad respecto a las restricciones que nos han sido impuestas por una casi ilimitada condescendencia al pensamiento y prejuicios europeos".

Los pioneros fundadores de Estados Unidos trajeron consigo su música: canciones y bailes, cánticos, himnos, y cierta música formal. Entre estas, fue la música religiosa la que predominó sobre las demás. Las melodías para los cantos de alabanza fueron trasmitidas principalmente por tradición oral, y sirvieron de base para gran parte de la música colonial.