sábado, 19 de junio de 2010

NICOLAS URCELAY

Nicolás Urcelay Alonzo, (Yucatán, 20 de diciembre de 1919 - † Tampico, 1 de julio de 1959). Fue uno de los cantantes más importantes de México. También conocido como "El Caruso del Mayab.

Indudablemente, Nicolás Urcelay figura entre los más grandes tenores mexicanos del siglo XX. Pese a su prematura desaparición física, antes de cumplir los cuarenta años de edad, dejó un legado musical imperecedero en el terreno de la lírica popular latinoamericana. Su voz, bien timbrada, potente, aterciopelada, de sonido broncíneo en el registro medio, y ligero color oscuro, hace evocar al célebre tenor napolitano; por ello merece ser considerado “El Caruso del Mayab”. Nicolás Urcelay Alonzo nació el 20 de diciembre de 1919, en la ciudad de Mérida, Yucatán. Provenía de una familia acaudalada y de mucho abolengo dentro de la península. Sus padres fueron Nicolás Urcelay Ruiz y Sara Alonzo Góngora, y eran propietarios de grandes fincas henequeras, que heredó su madre. Fue en su ciudad natal donde cursó sus primeros estudios musicales, a la edad de 5 años. Pronto aprendió a leer y música y a tocar el piano, aunque, curiosamente, no tuvo inquietudes por estudiar canto. De hecho, sus estudios profesionales no estuvieron relacionados con la música sino más bien con la contabilidad, profesión que se vio obligado a ejercer años más tardes cuando emigró a la Capital en compañía de su madre. Durante la adolescencia perdió a su padre y dado que en el periodo cardenista (1934-1940) se dio impulso al reparto agrario, la finca de los Alonzo y Góngora fue una de las afectadas. En consecuencia, tal movimiento dejó sin bienes el futuro cantante y a doña Sarita Alonzo Góngora viuda de Urcelay, por lo que en 1939, emprendieron un viaje a la ciudad de México, para buscar nuevos horizontes.

Nicolás trabajó como empleado bancario, aunque sus dotes de cantante ya habían sido advertidas por sus nuevos amigos. Fueron ellos los que lo motivaron para que, a principios de 1940, concursara en la Hora de los Aficionados de la XEW. El caso es que Nicolás se puso nervioso y olvidó la letra de la canción “Mujer” de Agustín Lara, y naturalmente, fue descalificado (“le sonaron la campana”). Tal parecía que allí acababan las aspiraciones del joven yucateco que aunque poseía una voz bien timbrada no había desarrollado al máximo sus potencialidades vocales. A este tropiezo se sumó la muerte de su madre (que nunca pudo verlo convertido en figura del canto), de tal suerte que el joven Nicolás, a la edad de 20 años, súbitamente se encontró solo, desamparado, sin fortuna y lejos de las tierras del Mayab. No obstante, como reza el dicho “cuando más oscuro se ve, es que ya está a punto de amanecer”, y el meridense pudo sobreponerse a tantas adversidades para afrontar con valentía su destino. Era el heredero de Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas y Ricardo López Méndez, entre otros excelsos músicos y poetas del Mayab, y no podía defraudar a la gran tradición de trovadores yucatecos.

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