sábado, 12 de junio de 2010

EL TANGO

El vocablo "tango" comenzó a popularizarse cuando en 1802 se dio a conocer un lugar donde los negros se reunían para ejecutar sus músicas y danzar y que se llamaba "Casa y sitio del tango". Este, así como los otros espacios que los negros ocupaban para sus manifestaciones culturales y las actividades que allí se desarrollaban, fueron siempre mal vistos por las sucesivas autoridades que gobernaron Buenos Aires y como consecuencia de tal forma de pensar, en 1806 se publicó un decreto que rezaba: "Se prohiben dentro de la ciudad los bayles conocidos por el nombre de tangos". Estas actitudes de quienes ostentaban el poder iban condenando a dichas danzas y sus músicas a la marginalidad.

Por entonces, la palabra "tango" designaba a las casas donde los negros efectuaban sus bailes. Pero a pesar de las prohibiciones, el proceso evolutivo continuaba sin detenerse. La música proseguía nutriéndose de distintas vertientes. De tal suerte, fueron asimilados por la cultura nativa, otras expresiones musicales como la tonadilla, la zarzuela y la habanera, que fueron incorporándose al acervo de estas tierras, cuando después de los sucesos históricos de 1810, Buenos Aires comenzó a tener sus primeros gobiernos propios y a abrirse al arte del mundo.

La naciente música nativa sufrió distintos vaivenes según los diferentes pensamientos de los sucesivos gobernantes. Es así como durante el mandato del Brigadier General don Juan Manuel de Rosas (que abarcó desde 1835 hasta 1852) los negros asistieron a su época de mayor esplendor porque el gobernador dio un incondicional apoyo a la difusión de sus candombes.

La caída de Rosas tras su derrota a manos del General Justo José de Urquiza en la batalla de Caseros ( 3 de febrero de 1852), trajo aparejada la reorganización de la República Argentina, el dictado de una nueva Constitución Nacional en 1853 y la instalación de una nueva forma de gobierno representativa, republicana y federal, con régimen presidencialista.

Las primeras elecciones nacionales consagraron como titular del Poder Ejecutivo al mismo Urquiza, quien presidió a la Argentina desde 1854 hasta l860. En los comicios para cubrir el cuarto mandato (l868-l874), resultó triunfante el más encarnizado enemigo de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento. El y sus sucesores inmediatos hasta fines del siglo XlX consideraban no cultas las manifestaciones nativas y las culturas de los negros y de los gauchos de las pampas se vieron nuevamente confinadas a la marginalidad, de la que no emergerían sino hasta medio siglo después.

El más lúcido testigo de la época fue un señor de identidad desconocida, que se hacía llamar "Viejo tanguero" y que en la edición del diario "Crítica" del 22 de septiembre de l913, en un completo artículo titulado "El tango, su evolución y su historia. Historia de tiempos pasados. Quiénes lo implantaron", escribió lo siguiente: "Hacia 1877 las sociedades candomberas, formadas por hombres y mujeres de color, habían establecido su cuartel general en el barrio del Mondongo.... Los negros del barrio del Mondongo, llegada la fecha de carnaval, salían a la calle con sus estrambóticos trajes chillones y sus enormes sombreros de plumas, bailando tras largas horas al compás monótono de candombes y masacayas. La supremacía que cada uno pretendía ejercer dio margen a enfurecidas rivalidades y con ello a sangrientos encuentros en plena vía pública. La repetición de los sucesos trajo como consecuencia la disolución de asociaciones belicosas y la clausura de sus candombes. Ahogadas así las expansiones africanas, se formaron centros de baile con los mismos elementos, naciendo a poco el memorable tango, pero en una forma muy distinta a la que hoy se ejecuta. Las parejas, en lugar de acercarse, se separaban a compás, imitando las gesticulaciones y contoneos del pasado candombe. El nuevo baile se hizo general y a poco de ser difundido, lo tomaron para sí los compadritos del arrabal y lo llevaron al barrio crudo de los corrales, donde ya funcionaban los piringundines con la tradicional milonga.

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